Ante el avance sostenido y sigiloso de Beijing, el plan antártico argentino debería tener en cuenta la evolución geopolítica y empezar a diagramar programas de protección de la soberanía.
El régimen comunista chino se consolida como potencia polar y aumenta su presencia en la Antártida modificando las características geopolíticas del Sistema del Tratado Antártico desde su adopción en 1959.
En la actualidad Beijing se encuentra concluyendo la quinta base (igualando en número a Estados Unidos) además de un observatorio espacial en la base de Zhogshanuna (Antártida Oriental) de apoyo para los satélites chinos que monitorean los Océanos incluyendo el Atlántico Sur.
Asimismo, está construyendo pistas de aterrizaje para facilitar la conexión de sus bases, disputando la hegemonía norteamericana sobre el espacio aéreo austral. Dos rompehielos y un buque de carga con más de 500 personas integran el plan Antártico hasta marzo del 2024.
En medio del énfasis chino (no hay que olvidar que se trata de un régimen de gobierno totalitario comunista, y por tanto el Estado puede adueñarse de los recursos de sus ciudadanos para lograr sus fines, es decir que no rige la propiedad privada en ningún ámbito) han surgido una variedad de temas polémicos en virtud de la zona gris del Tratado Antártico que prohíbe la militarización del continente pero admite personal y equipo militar en apoyo a investigaciones (supuestamente) científicas. La naturaleza de las nuevas bases de China plantea, por ejemplo, el riesgo del doble uso de las capacidades instaladas incluyendo instrumentos tecnológicos de última generación en materia de espionaje, apoyo de acciones misilísticas como en lo que hace a datos telemétricos de satélites, ya que todo el complejo antártico chino depende (del partido comunista chino que gobierna y su) Ejército Popular de China.
Otra cuestión es la atención de China en la potencial riqueza minera, ya que la investigación científica minera antártica está permitida. Más allá de limitaciones tecnológicas de identificación y extracción, diversos relevamientos destacan que la Antártida cuenta con 500 mil millones de toneladas de petróleo, más de 300 mil millones de toneladas de gas natural y probablemente 135 mil millones de toneladas de petróleo en las aguas circundantes. Además se estima que es rica en carbón, plomo, hierro, cromo, cobre, oro, níquel, uranio y plata.
El tema del puerto chino multipropósito en América del Sur es otra cuestión en danza, aun cuando realmente fuera en apoyo a necesidades logísticas en la Antártida, la presencia naval china está en crecimiento sostenido, incluida la pesca industrial ilegal de la milla 201.
Geopolíticamente, el interés estratégico de China por las corrientes circumpolares parece tener como objetivo las rutas marítimas alternativas de acceso a los Océanos Atlántico e Índico y, en este contexto, ampliar la capacidad de monitorear las comunicaciones en todo el continente. Es probable que la controvertida base en Neuquén en Bajada del Agrio sea parte de ese esquema.
Estas circunstancias describen un entorno geopolítico muy distinto al de la antigua Terra Australis Incognita y remota, y también a la década de los cincuenta en que se firmó el Tratado Antártico. Hoy la Antártida es un área deseada por todos (y por eso mismo potencias cono China representan un riesgo significativo).
El Plan Antártico argentino debería tener en cuenta la evolución geopolítica y empezar a diagramar programas renovados que tomen en cuenta la relevancia tanto de las acciones científicas como de presencia militar activa, tendientes a una mejor proyección y protección de nuestros intereses antárticos y derechos soberanos.