Los efectos adversos relacionados con las vacunas se están disparando en Estados Unidos. La miocarditis y la pericarditis son los más frecuentes, según la base de datos Vaers.
Desde hace meses los organismos reguladores (CDC, FDA) aseguran que se trata de pocos casos, o que no son graves, lo que es muy preocupante tratándose de medicina, en donde prima el principio de precausión: “más vale prevenir”.
Las miocarditis no pueden considerarse leves, sobre todo porque el 90 por cien de los casos registrados en el Vaers se produjeron en un centro sanitario con apoyo cardíaco.
Desde el inicio de la vacunación en la población, el número de casos se ha disparado. Según los datos del Vaers, podría haber casi 25.000 casos de miocarditis o pericarditis en 2021. El 25 de febrero de este año ya se habían registrado más de 10.000 informes en la base de datos.
Si el aumento continúa al mismo ritmo, el número de casos relacionados con las vacunas podría triplicarse, mientras que las redes de vigilancia sanitaria, como el Vaers, no notifican sistemáticamente los efectos adversos. El porcentaje de notificación varía mucho de una vacuna a otra y depende de muchos factores que a veces son difíciles de analizar.
El problema se preocupante porque afecta a una población de adolescentes y adultos jóvenes, la mayoría de los cuales desarrollan miocarditis o pericarditis después de la segunda dosis.
Además de la miocarditis y la pericarditis, el Vaers registra 28.000 muertes y más de un millón de efectos adversos desde que el año pasado comenzó la campaña de vacunación masiva.
En 1976 la gripe porcina hizo temer a los estadounidenses una réplica de la epidemia de 1918. Se desarrolló una vacuna y se emitió una autorización de comercialización con carácter de urgencia. Se inició un programa de vacunación masiva, pero se canceló dos meses más tarde después de que se registraran 450 casos de síndrome de Guillain-Barré y 25 muertes.
Pocos países han tenido una política transparente en materia de vacunación. Reino Unido es uno de los pocos países que ha transmitido sus resultados tras haber registrado los porcentajes de “casos de covid”, hospitalización o muerte en relación con el estado de vacunación.
Los CDC están empeñados en encubrir los malos resultados de una vacunación que se suponía iba a acabar con la epidemia. A pesar de las afirmaciones -repetidas hasta la saciedad- de que la vacuna protegería contra el contagio y luego contra las formas graves, los CDC y la FDA se han negado sistemáticamente a publicar datos sobre los resultados de las vacunas.
Una política de vacunación se basa tanto en la búsqueda de un beneficio individual para la persona vacunada, que debe obtener la protección de la vacuna, como en un beneficio colectivo a largo plazo.
Sin embargo, estudios recientes han demostrado que no puede haber ningún beneficio colectivo, ya que las vacunas no evitan la propagación de ningún virus.
Fuente: mpr21.info