Dentro de ese “extraño” comportamiento que tiene este virus al no atacar en terrazas de los bares, reuniones del G7, de la OTAN, o eurocopas de fútbol, acabamos de descubrir, también, que el virus tiene un escrupuloso respeto por las “Casas Reales”, por la gente de sangre azul. Es un virus que afecta más cuanto más baja sea la clase social a la que pertenezca cebándose en todos nosotros, el populacho que para lo único que sirve es para ser saqueado.
Nos encontramos con que, por ejemplo, en Vaduz, capital de Liechtenstein, el virus ha tenido un escrupuloso respeto durante el funeral de estado celebrado por el fallecimiento de la princesa Marie. En ese funeral, al que ha asistido la Reina Sofía, hemos podido ver imágenes que nos lo han dejado muy claro. No hay mascarillas, no hay distancias sociales y toda la aristocracia que se encuentra en la iglesia lo hace con la tranquilidad que daba la vieja normalidad y no la nueva, esa que solo afecta a los plebeyos.
Mientras tanto, seguirá habiendo gente a la que estas imágenes tampoco le causen ni frío ni calor. Gente vacunada con las dos dosis que seguirá paseando por la calle y por el campo con la mascarilla puesta, mientras verá imágenes como estas sin darse cuenta de que cada vez hay menos disimulo en esta gran tomadura de pelo a la que estamos asistiendo.
Hay gente a la que ya nada le despertará en la vida porque, aunque le pongan las evidencias delante de sus ojos, ni se inmutan.