Uno por uno han ido cayendo todos los dogmas sobre la pandemia que nos han impuesto bajo pena de censura, ostracismo social, despido e incluso multas durante estos últimos años orwellianos. La eficacia de confinamientos y mascarillas, el origen del virus, la seguridad de las vacunas… Es difícil encontrar un dato de lo que antes estaba prohibido contradecir que no haya resultado mentira y hoy empiece, poco a poco, a reconocerse.
Pero la última bomba puede ser definitiva, por llegar de donde llega, del mismo centro del complejo mediático-demócrata, el prestigiosísimo Washington Post, que titula: «El Covid ha dejado de ser una pandemia principalmente de los no vacunados». Oh.
¿Recuerdan la secuencia oficial? Primero, la vacuna, 100% eficaz y segura, venía a acabar por fin con la pandemia porque impedía la transmisión del virus. Bueno, quizá no impida que te contagies o te contagien, pero no desarrollas la enfermedad. O sí, pero siempre leve, sin necesidad de hospitalización. Vale, tal vez no evite que acabes en el hospital, pero al menos no te mueres. Para ser sinceros, sí, también puedes morirte, y no vamos a insistir más en su ausencia de efectos secundarios.
Hace no mucho, Biden insistía, para justificar sus tácticas mafiosas de presión, en que estamos ante «una pandemia de no vacunados». Pero el Post confirma que el 58% de las muertes por coronavirus en Estados Unidos en agosto fueron en personas que fueron vacunadas o reforzadas, según un análisis realizado para The Health 202 por Cynthia Cox , vicepresidenta de Kaiser Family Foundation .
Lo más preocupante, señala el rotativo, es que estamos ante una tendencia que ya se observó a lo largo del año pasado, con lo que no es absurdo especular que la proporción haya aumentado desde agosto.
Los defensores de la verdad oficial han saltado inmediatamente para señalar que esta tendencia no significa que la vacuna no sea eficaz, sólo que la vacunación ha sido tan abrumadoramente mayoritaria que tiene sentido que las muertes sean mayores en el grupo mayoritario.
Solo que no, no tiene sentido en absoluto. Porque no se nos vendió que la «vacuna» fuera a reducir las muertes entre quienes se la administrasen. Lo que se nos dijo clara e incesantemente, desde todas las instancias y a todas horas, es que la vacuna venía a acabar con la pandemia, sin más. Y no, no queremos hablar de efectos secundarios.
Todos estos datos «oficiales» que se han ido desmontando deberían, en buena lógica, llevar un poco de humildad y prudencia a los gobiernos, pero eso es conocerlos poco. Su reacción es siempre doblar la apuesta. Así, en la pasada cumbre del G-20 se emitió un decreto formal que promueve pasaportes vacunales como preparación para cualquier respuesta futura a una pandemia en su comunicado final. El ministro de Sanidad de Indonesia, Budi Gunadi Sadikin, hablando sobre el asunto en nombre del país anfitrión del G20, había pedido anteriormente en la cumbre un «certificado de salud digital» utilizando los estándares de la OMS.
Sadikin abogó por eso que denominó un «certificado de salud digital» que muestra si una persona ha sido «vacunada o testeada correctamente» para que solo así «pueda moverse».