Justo cuando se abrió una nueva investigación, el hermano de la joven desaparecida hace 40 años planteó dudas sobre Juan Pablo II; su exsecretario privado y el L’Osservatore Romano, indignados, salieron a acusarlo de difamación
El irresuelto “caso Orlandi” –la desaparición de la ciudadana vaticana Emanuela Orlandi, a los 15 años, hace cuarenta años, cuando jamás volvió de una clase de música a la que solía ir, cerca de Piazza Navona-, volvió en estos días a crear zozobra en los sacros palacios.
Justo en momentos en que el Vaticano, en un giro histórico, decidió abrir una investigación para esclarecer de alguna forma qué pasó después de décadas de idas y venidas, falsas pistas y demás, Pietro Orlandi, el hermano de la chica, que desde hace años reclama justicia y es protagonista de “Vatican girl”, la exitosa docuserie que Netflix produjo sobre el caso, escandalizó a todos al crear sospechas de una presunta pista pedófila que involucraría nada menos que a Juan Pablo II (1978-2005).
En un programa televisivo italiano, Orlandi insinuó que Karol Wojtyla, que fue proclamado santo en abril de 2014, podría estar detrás del terrible misterio. “Me dicen que Wojtyla cada tanto de noche salía con dos monseñores polacos y no iba claramente a bendecir casas”, dijo Orlandi el martes 4 de abril en “Di martedí”, programa periodístico televisivo en el cual también se escuchó el audio de un llamado telefónico en el cual un exmiembro de la banda criminal del barrio romano de la Magliana implicaba al papa polaco en lo que habrían sido fiestas sexuales con menores.
“Pienso que una de las las posibilidades es que Emanuela pueda haber quizás padecido un abuso, pero que ese abuso haya sido organizado para crear el objeto del chantaje”, explicó su hermano este martes, después de haber sido recibido por primera vez en el Vaticano por el promotor de Justicia, Alessandro Diddi. Le aportó al fiscal ese mismo audio y toda la información que fue acumulando en estos cuarenta años de dramática búsqueda. “He percibido la voluntad de acalarar las cosas. El propio Diddi me dijo que tuvo el mandato de hacer claridad al 100%, sin hacerle descuentos a nadie”, destacó, ante la prensa, al anunciar que también sería bueno que fueran escuchados en la investigación del Vaticano “varios cardenales”.
Lo cierto es que la frase “shock” pronunciada por Orlandi implicando a un papa santo provocó una verdadera tormenta. Sobre todo en momentos en que quedó evidente la voluntad del papa Francisco de que se haga luz sobre una desaparición que en un momento se pensó conectada a una pista internacional relacionada con el atentado contra Juan Pablo II de 1981, luego con negocios turbios de la banda de la Magliana, luego a la mafia y finalmente, según la docuserie de Netflix, a posibles abusos.
En medio de un clima de asombro absoluto, el primero que rompió el silencio fue ayer el cardenal polaco Estanislao Dziwisz, arzobispo emérito de Cracovia y durante años fiel secretario personal de Juan Pablo II. En un comunicado durísimo, en el que no ocultó su indignación, aunque admitió que “lo que se le hizo a Emanuela y a su familia fue un crimen gigantesco”, consideró también “criminal lucrar sobre el mismo con desvaríos incontrolables, tendientes a desacreditar preventivamente personas y ambiente hasta prueba contraria dignos de estima universal”.
Al reconocer que el “dolor incomprimible de una familia que desde hace 40 años no tiene noticias de su hija se merece todo el respeto y cercanía” y tras augurarse que emerja la verdad del “montón de depistajes, mitomanías y mentiras”, Dziwisz también destacó que en su momento Juan Pablo II intervino. “Como secretario privado de Juan Pablo II, puedo testimoniar sin temor a ser desmentido, que desde el primer momento el Santo Padre se hizo cargo del asunto, actuó e hizo actuar para que pudiera tener un resultado feliz, nunca alentó acciones de encubrimiento, siempre manifestó afecto, proximidad, ayuda en los modos más diversos a la familia de Emanuela”, evocó.
El Vaticano expresó hoy la misma indignación. En un artículo que escribió en primera página de L’Osservatore Romano, su director editorial, Andrea Tornielli, que a diferencia del cardenal, mencionó con todas las letras a Pietro Orlandi y su aparición televisiva en la que insinuó que Juan Pablo II de noche salía junto a monseñores a buscar chicas y denunció sus “acusaciones absurdas y difamatorias”.
“Si bien esta masacre mediática entristece y angustia hiriendo el corazón de millones de creyentes y no creyentes, la difamación debe ser denunciada porque es indigno de un país civilizado tratar de este modo a cualquier persona, viva o muerta, que sea clérigo o laico, papa, metalmecánico o joven desocupado”, escribió Tornielli. “Es justo que todos respondan de eventuales delitos, si los han cometido, sin impunidad alguna o privilegios. Es sacrosanto que se indague a 360 grados para buscar la verdad sobre la desaparición de Emanuela”, agregó. “Pero nadie se merece ser difamado de este modo, sin ni siquiera un atisbo de prueba, sobre la base de los ‘se dice’ de algún desconocido personaje del submundo criminal o de algún escuálido anónimo comentario realizado en directa televisiva”, disparó.
Defensa
En un clima al rojo vivo, en un comunicado difundido esta mañana, antes de que saliera el artículo de L’Osservatore Romano, aunque existe el video en el cual se ve que dijo lo que dijo en el programa televisivo, Orlandi intentó defenderse. “El señor Orlandi no quiso formular acusaciones hacia ninguna persona y lo ha reiterado ante el promotor. Él sólo pidió que la búsqueda de la verdad no tenga condicionamientos”, escribió su abogada, Laura Sgró, en un comunicado.
“Es lamentable que algunas personas hayan extrapolado una frase manipulando el cuadro total de sus declaraciones. Es asimismo lamentable que, entre aquellos que lo acusan a través de la prensa de herir la memoria de quien ya no está, también figure quien, habiendo sido contactado por el señor Orlandi numerosas veces, siempre se haya negado a un cara a cara auténtico y sincero con él”, agregó, en una estocada evidente al cardenal Dziwisz, a quien no mencionó.
“La búsqueda de la verdad es un acto de coraje y el Santo Padre ha manifestado que quiere recorrer con fuerza este camino. El augurio es que este acto extraordinario, pero debido, no pertenezca solamente a Su Santidad”, concluyó la abogada Sgró, en una frase que no bajó la tensión y en la que el único que quedó bien parado fue el papa Francisco.