El gobierno de Nueva Zelanda busca imponer un “impuesto ganadero” a partir de 2025 a las emisiones por los eructos y gases de ovejas y vacas, iniciativa que estará abierta a consulta hasta el 18 de noviembre y que ha causado gran malestar entre los granjeros.
Nueva Zelanda -bajo el gobierno de Jacinda Ardern– considera que tiene un problema porque cuenta con 5 millones de habitantes y más de 36 millones de ovejas y vacas. Por eso, busca gravar a estos animales.
El nuevo plan impositivo haría que los ganaderos pagaran por la «contaminación» provocada por sus animales, como el gas metano de los eructos y las ventosidades de las vacas o el óxido nitroso en la orina del ganado, lo que supuestamente disminuiría los gases invernadero y contribuiría con el problema del llamado ‘cambio climático’.
«La propuesta, tal como está, significa que los agricultores de Nueva Zelanda serán los primeros en el mundo en reducir las emisiones agrícolas», dijo el martes 11 de octubre la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, en una conferencia de prensa en un establecimiento agropecuario del norte de la Isla.
Aunque todavía no se sabe la cifra que deberán pagar los ganaderos neozelandeses, las autoridades dejaron trascender que la tasa se fijará cada uno o tres años y será con el asesoramiento de la Comisión del Cambio Climático.
«Ningún otro país del mundo ha desarrollado aún un sistema para fijar precios y reducir las emisiones agrícolas, por lo que nuestros agricultores se beneficiarán de ser los primeros en actuar», manifestó Ardern tras anunciar la polémica medida.
Fiel a la agenda 2030 de la ONU, Nueva Zelanda se comprometió a reducir las emisiones de metano en un 10% para 2030 como parte de un objetivo de emisiones netas cero para 2050.
¿Tiene algún sentido aplicar un impuesto sobre las flatulencias de las vacas y ovejas que es algo difícilmente controlable o remediable? Desde Nueva Zelanda lo justifican explicando que estas contribuciones irán destinadas a crear más bosques para compensar este efecto y para la investigación de nuevas tecnologías que permitan -de algún modo- combatir estas emisiones.
Por el momento, los agricultores y ganadores neozelandeses se han mostrado en contra de este plan que el Ejecutivo quiere efectuar para el año 2025.
El presidente de la agrupación de ganaderos Federated Farmers, Andrew Hoggard, denunció que este programa «destriparía a los pequeños pueblos de Nueva Zelanda».
Hoggard recriminó a las autoridades que no se haya llegado a una solución mejor tras más de dos años trabajando mano a mano con el gobierno en un plan de reducción de emisiones que no tuviera un impacto negativo en la producción de alimentos.
En este sentido, Hoggard realizó una predicción bastante negra: «Los agricultores venderán las granjas tan rápido que ni siquiera se oirán los ladridos de los perros en la parte trasera de la camioneta mientras se marchan».