Al parecer, no se han aprendido las lecciones de la pandemia de COVID-19. Continúan los peligrosos experimentos en biolaboratorios
Científicos chinos han diseñado un virus con partes del Ébola en un laboratorio que mató a un grupo de hámsteres.
Un equipo de investigadores de la Universidad Médica de Hebei utilizó una enfermedad contagiosa del ganado y añadió una proteína que se encuentra en el Ébola, que permite que el virus infecte las células y se propague por todo el cuerpo humano.
El grupo de hámsters que recibió la inyección letal “desarrolló enfermedades sistémicas graves similares a las observadas en pacientes humanos con ébola”, incluida la insuficiencia multiorgánica”, compartió el estudio.
Los resultados de este estudio fueron, como era de esperar, horribles:
Un síntoma particularmente horrible fue que los hámsters infectados desarrollaran secreciones en los ojos, que perjudicaron su visión y formaron costras en la superficie de los globos oculares.
Según los Institutos Nacionales de Salud, hace una década, el ébola asoló partes de África. El ébola tiene una tasa de mortalidad promedio del 50 por ciento:
La enfermedad por el virus del Ébola, alguna vez conocida como fiebre hemorrágica del Ébola, se define por la fiebre hemorrágica icónica, pero los síntomas más comunes son inespecíficos, como fiebre, malestar, dolor de cabeza, diarrea o vómitos. La enfermedad puede progresar rápidamente hasta provocar una falla sistémica multiorgánica que provoca un shock seguido de la muerte. La tasa de letalidad oscila entre el 25% y el 90%; la tasa promedio de letalidad es de alrededor del 50%.
Pero las fugas de laboratorio ocurren y estos incidentes podrían provocar la propagación a quienes están fuera del laboratorio.
Los expertos han confirmado que los virus respiratorios, que se [transmiten] a través de la tos y los estornudos, tienen más probabilidades de propagarse ampliamente entre la población.
Los datos publicados en marzo revelaron que todos los años ocurren incidentes de fugas de laboratorio e incluyeron la liberación de patógenos controlados como la tuberculosis y el ántrax.
Cada año se registran entre 70 y 100 fugas.