Medidas impuestas para hacerle frente al covid-19 causaron a las sociedades más daños y muertes que el propio virus dijo profesor Paul Frijters

Las insólitas medidas impuestas para hacerle frente al covid-19 causaron a las sociedades más daños y muertes que el propio virus. Lo más triste es que todo esto podría haberse evitado porque tan pronto como marzo del año pasado numerosos académicos de prestigio comenzaron a alertar al respecto. Uno de ellos fue el profesor Paul Frijters, coautor del libro “The Great Covid Panic”, recientemente editado por el Instituto Brownstone.

“Los confinamientos hicieron un daño muy grande. Junto con mi amiga Gigi Foster y su marido, Michael Baker, advertimos muy tempranamente que esto sería un desastre. Si uno confina a las personas, les hace sentir la soledad, y si se saca a los niños de las escuelas, eso destruye por completo sus vidas. Sabíamos que el trastorno de la economía significaría al final una peor asistencia sanitaria, peor bienestar y que, de alguna manera, se le estaba quitando a la gente la dignidad y sus libertades, lo cual a la larga conduciría a muchas más muertes”, subrayó en una entrevista con La Prensa Frijters, profesor de Economía del Bienestar en la London School of Economics y mágister en Econometría.

“Inmediatamente supimos por nuestra formación -habiendo estudiado durante mucho tiempo sobre bienestar, salud mental y salud- que esto sería un desastre”, agregó el catedrático, quien al responder qué los motivó a escribir el libro precisó: “Quisimos explicar lo que pasó, por qué, y decirles a las personas que resultaron dañadas que esto no debía haber sucedido y cuál es el camino a seguir ahora”.

– ¿Se justifican el pánico y todas las medidas que nos siguen imponiendo para “controlar el virus” o lo que estamos viviendo es ridículo?
– Es ridículo. Y lo fue desde el principio. Latinoamérica ha demostrado ser más susceptible al virus que cualquier otro lugar, pero incluso allí la devastación de la vida social, del tejido social, es de una magnitud peor que cualquier cosa que el virus haya podido hacer. En el contexto de las enfermedades, este virus es básicamente un poco peor que la mayoría de las gripes normales. Es mucho menos malo que la malaria, que la fiebre tifoidea o que muchas otras enfermedades que han sido muy importantes. Es menos importante que las enfermedades cardiovasculares o que el cáncer. Es una enfermedad menor en la historia de la humanidad e incluso en la historia de los últimos 20 años.

Mucho más importante es que la asistencia sanitaria esté bien organizada para que la gente no muera de diabetes o de insuficiencia cardíaca. Eso hará mucho más la diferencia. Por lo tanto, ha sido una reacción exagerada, un acto de sacrificio masivo.

– Al principio el pánico podía entenderse porque se trataba de un virus que no conocíamos, pero ahora contamos con vasta información al respecto que confirma lo que usted señala. ¿Entonces qué es lo que mantiene aún hoy vivo el pánico?
– Desde el comienzo se sabía que el pánico sería una reacción exagerada. Pero se dio como una ola emocional a través de la humanidad. No creemos que nadie lo planeó. Pensamos que los chinos no querían que su reacción pareciera exagerada, así que impulsaron en Twitter y en los medios de comunicación la idea de que lo que hicieron fue inteligente. Europa les creyó y por eso fue en el mismo sentido. El pánico era como una gran ola de seres humanos todos temerosos, porque otros a su alrededor tenían miedo. Se dio un contagio emocional, viendo las imágenes de personas muriendo en los hospitales… todo eso hizo que pareciera mucho peor de lo que realmente fue. Y también hubo oportunismo: personas que vieron esto como una manera de vender tests, de vender sus modelos, vender sus revistas, hacerse más importantes como asesores médicos… Un grupo de personas que huele el poder del dinero en torno a esto. Los medios vendiendo diarios al decir que esto sería terrible y luego subiendo a todos los demás a bordo y a sus amigos. Esto condujo a los confinamientos. No creemos que los políticos iniciaron los confinamientos, ciertamente no en Europa. Esta es una forma de tomar el poder y ellos fueron arrastrados y pensaron “Esta es la única manera de mantener el poder. De lo contrario, las poblaciones nos odiarán”. Luego, gradualmente, descubrieron que podían hacer dinero, que podían sacarle a la gente la libertad… enloquecieron con el poder. Casi como si se hubieran embriagado con el poder. Así que, en cierto modo, los acontecimientos se fueron dando y no creo que nadie los vio venir. Ha sido una tragedia.

– Es decir que está convencido de que no hubo un “plan” detrás de lo que venimos viviendo desde marzo de 2020.
– Lo encuentro extremadamente improbable porque muchas cosas nos han sorprendido a todos. A mí me sorprendió lo mucho que ha durado. Además, si uno mira los países ¡hay tanto daño infligido! Pensemos, por ejemplo, en China y los daños que se han hecho a sí mismos: en las principales ciudades la cantidad de bebés que tuvieron las mujeres fue cerca de la mitad. Eso significa que hay una enorme reducción de la próxima población, han destruido a una generación completa. También a los niños que fueron sacados de la escuela y su infancia ha sido arruinada. Nadie que ame a su país hace esto. Uno no hace esto solo para dañar a otros países, porque estás también dañando a tu propio país. Es una estupidez enorme. Y lo mismo es cierto para Italia: sufrió una reducción tremenda en su economía. Uno no ama a su país y hace esto. Lo hacés porque sos estúpido.

– Hay una serie de teorías a las que han bautizado de “conspirativas”, que hablan por ejemplo de Bill Gates.
– Sí, es importante conversar sobre estas cosas. Bill Gates, claramente, se ama a sí mismo. Probablemente sienta que es el salvador de la humanidad. Pero está llevando a un daño tremendo en todas partes y no creo que esto sea bueno para él al final. Creo que a los americanos tampoco les gustará después de esto. Su nombre será una mierda dentro de diez años. No creo que se trate del súper inteligente Bill Gates convirtiéndose en el gobernante del mundo, esto es él embriagándose con su propio poder.

– Hay mucha información y desinformación circulando, por eso es importante tener en claro qué es lo que hemos perdido desde enero de 2020 a la fecha.
– Ese es un punto muy importante. Ha habido tanta propaganda, en particular de gobiernos que querían verse bien y validar sus políticas, que se ha hecho extremadamente difícil para las personas que quieren tener alguna idea de qué es lo que sucedió saber en qué confiar y dónde mirar. La respuesta honesta a eso es que las personas deben pensar por sí mismas y buscar una amplia gama de información y poco a poco encontrar la información en la que confían, pero también el grupo en el que siguen confiando. Encontrar personas como ellos, que están tratando de averiguar la verdad y trabajarlo también como comunidades: ¿Nosotros creemos esto? ¿Creemos aquello? ¿Dónde podemos encontrar información? ¿Nos gusta este libro o aquel otro? Esa es la única manera, porque no puedo decir que lean mi libro y que allí tendrán la verdad porque si bien es mi esfuerzo para hacerlo lo mejor posible, la gente tiene que apropiarse de la verdad y tratar de trabajarla en grupo. Esto es demasiado para los individuos, tienen que encontrar personas en las que confíen y que coincidan en que se les está mintiendo y quieran tratar de investigar. Si las personas hacen eso, y advierten que esto es demasiada mentira y tratan de investigar, tengo gran confianza en que las cosas pueden cambiar. Pienso que así se despertarán y se apropiarán de sus propias vidas y de sus libertades nuevamente. Esa es una de mis grandes esperanzas con este libro: que haya personas que se den cuenta cuánta mentira hay y que indague qué es lo que probablemente pasó y, más importante aún, qué debemos hacer ahora y cómo recuperamos el control.

– ¿Cuáles son los datos que debemos conocer para advertir el engaño detrás de esta pandemia?
– Lo más importante, que fue lo que me convenció a mí al principio de que estaban ocurriendo cosas extrañas, y que es fácil de reconocer, es simplemente mirar el daño causado. Ahora hay muchas mentiras de los gobiernos respecto a los daños. Ellos pretenden decir que los daños a la salud mental y al bienestar se deben al virus. ¡¿En serio?! Este virus solamente ataca a personas muy mayores, no afecta la salud mental. Eso se debe a todo el pánico, se debe a que las personas ya no están socializando, se les dice que todos son sus potenciales enemigos. Esto es algo fácil de ver. Ellos pueden ver de cerca lo que está provocando el daño: ¿es el virus? ¿o es el miedo? ¿son los confinamientos? Son preguntas con las cuales la gente puede tomar el control: ¿Qué está causando este daño? ¿Cuán grande es? ¿Estamos viendo colapsar nuestra economía, nuestro bienestar, nuestras amistades, nuestras comunidades? Esa es una verdad bastante fácil de ver. Y a partir de ahí preguntarse quién está mintiendo sobre esto y así identificar en quién confiar. El segundo elemento hacia la verdad es preguntarse dónde podemos obtener información sobre qué está pasando con nuestras libertades, qué es lo razonable, qué ha ocurrido en otros países. Ver quiénes han hecho las cosas diferentes. ¿Es verdad la historia de que estos confinamientos han ayudado a reducir las tasas de mortalidad? Si uno mira alrededor, verá que no es verdad. Ustedes en Latinoamérica pueden mirar a Bolivia o a Uruguay. Menos restricciones, menos muertes. No es verdad que estos confinamientos han salvado numerosas vidas.
Luego uno empieza a trabajar esa información: la cuestión médica no es cierta, el relato sobre el daño no es cierto, ¿Qué está realmente pasando en ese sentido? ¿Tenemos todavía algún poder? ¿Tenemos debates normales? ¿Podemos hablar sobre algunos medicamentos que podrían ayudar y no están siendo autorizados? Creo que, al igual que como se propaga el petróleo, si la gente se da cuenta de lo que podemos hacer, cómo podemos organizarnos, qué debemos releer juntos, qué renuncias debemos hacer, a dónde debemos enviar a nuestros hijos, qué trabajo debemos hacer los unos por los otros, puede haber un verdadero despertar.

– ¿Considera que los gobiernos que están instaurando disposiciones obligatorias lo hacen solo por ignorancia? 
– Creo que están ocurriendo muchas cosas. En muchos países, y esto también vale para los países europeos, los gobiernos han llegado a confiar en los asesores médicos y en la industria médica, que ha crecido enormemente -con los testeos, los barbijos, etc.- y quieren que esto continúe. Pienso que en parte se debe a que sus asesores los han capturado. Pero a los gobiernos también les gusta el poder y les gusta mandar a los demás. Han sido seducidos por el poder y quieren seguir con él. Ahora esto también es una coalición: se ha hecho mucho dinero y lo que algunas empresas han descubierto en los últimos 18 meses, en particular las grandes compañías de internet y las grandes empresas en general, es que de esta manera pueden crecer, mientras las pequeñas empresas desaparecen. De modo que esto es bueno para ellos como coalición, quieren que esto continue. Mientras tanto hay una destrucción tremenda.

– ¿Está secuestrada mentalmente la humanidad?
– Hay un montón de gente que no quiere ver esto o a la que de alguna manera se le ha lavado el cerebro. Siguen la corriente y no quieren creer que han sido engañados. No quieren creer que han exagerado, que su gobierno se ha vuelto cada vez peor… Es algo terrible de querer ver porque entonces eres responsable de tener que poner un gran esfuerzo para averiguar cómo son las cosas. La gente es muy reacia a despertar. Creo que se despierta cuando cerca de ella muchas cosas van mal y otras cosas que han descuidado de repente empiezan a ser importantes de nuevo. Es entonces cuando la gente lentamente se despierta. No obstante, se ve un despertar en muchos países, lento, pero está sucediendo. Más y más grandes demostraciones están dándose alrededor del mundo. Al mismo tiempo creo que hay esperanza porque en cada región extensa hay algunos países que no han sido tan estúpidos y simplemente podemos mirarlos y decir: algunos de nosotros, que no queremos vivir en una dictadura podemos irnos allí, podemos elegir la libertad y elegir vivir allí. Podemos apuntar a nuestros propios gobiernos y decirles todo Escandinavia no hizo esto ¿por qué no los seguimos a ellos? Considero que los buenos ejemplos en cada región superarán a los malos ejemplos. Los países estúpidos solo se empobrecieron, tienen menos libertad, y la gente joven quiere ser como los países más libres, que son cada vez más ricos y agradables.

– ¿Cuál fue el rol de los medios en lo que estamos viviendo? 
–  Fue horrible. Hay diversos problemas con los medios. Uno es que las emociones venden, mientras que una verdad no vende demasiado. Decirle a la gente que este es un riesgo pero que la vida está llena de riesgos y que no debe reaccionar exageradamente, no vende. Esta fue también una manera en que los periodistas se sintieran importantes, pensando “yo advierto a mis conciudadanos”. Se dejaron llevar por todo el drama, diciendo “tendremos que permanecer unidos”…
Además, las grandes compañías de internet ganaron muchísimo, el precio de sus acciones casi se duplicó y controlan un montón de medios. Eligen en qué historias poner énfasis y cuáles censurar. Así se dio una enorme censura. Tenemos un montón de historias contra la locura actual, pero parte de los medios está directamente solventada y controlada por el factor problema. También una parte de los medios es estatal y, por supuesto, se ha convertido en pura propaganda del Estado. El gobierno ha comprado tiempo en los medios. Ahora la parte de los medios que es responsable y quiere hacer lo correcto está lentamente cambiando de opinión. Está pasando mucho en Europa y en Estados Unidos. Se están dando cuenta de que fueron súper estúpidos al comienzo y del problema del que han sido parte. No estoy seguro de que eso sea suficiente. En cierta medida los medios fueron parte del problema. Hay nuevas plataformas donde los ciudadanos están creando medios pero hay que luchar contra la propaganda implacable, contra la censura, la intimidación y, en algunos casos, la violencia.

– También la población se ha dividido. ¿Esto se podrá revertir?
–  Creo que sí. Porque naturalmente la oposición de la que usted y yo somos parte, contra esta locura y con la intención de decirle a la población que ha sido engañada, en cierto sentido es una oposición muy nacionalista. Es una oposición de gente que ama a su país, que quiere que sus hijos estén en un lugar agradable y que tengan un futuro. Es una realidad que el resto de la población no quiere escuchar ahora porque les dice “miren, han sido engañados”, “han sido estúpidos”, “ustedes se han sacrificado”, pero al mismo tiempo es una narrativa positiva, que dice que podemos hacer las cosas diferentes. No es un grupo de personas que quieren estar divididas del resto de la población. Es un grupo de personas que quiere ser un solo país pero en una dirección diferente a la de todos los demás. Pienso que será bastante probable un resurgimiento, pero depende de que estas voces de la oposición “ganen”, en algún sentido. También dependerá de si realmente vamos hacia una distopía fascista, en cuyo caso los países se radicalizan y se vuelven incluso más temibles y con mayor control. Pero encuentro esto último poco probable en Europa. No conozco la situación en Latinoamérica, quizás en algunos países eso sea posible. Más bien pienso que gradualmente la población entrará en razón y luego se dará un resurgimiento.

– ¿Las protestas en contra de ciertas medidas como los pasaportes sanitarios o los confinamientos realmente tienen algún efecto?
– Sí. Nuestro movimiento visibiliza que existe una oposición. En cierto punto, lo que hace la gente que promueve los confinamientos es tratar de negar nuestra humanidad, tratan de evitar que las personas se relacionen entre sí y de hacer que todos sean enemigos de todos, que todos sean una amenaza por el virus. Estas demostraciones pueden ser divertidas, pueden acercar a las personas, crean comunidades, así que -aunque no tengan efecto a nivel político en el corto plazo, porque todavía son una minoría-, dan una especie de vivacidad nuevamente a la sociedad civil y hacen que uno se encuentre con personas, que se comprometa para otras cosas. Uno de los aspectos grandiosos que tienen nuestros movimientos en ese sentido es que demuestran nuestro deseo de vivir. Es la otra parte la que quiere estar escondida hasta que muera. Es una locura. Dejemos que ellos se sientan miserables, yo no quiero sentirme así.  Todos los placeres de la vida están de nuestro lado. Usémoslos. Mostrémoslo y celebrémoslo. Pienso que una de las cosas que mejor romperán los confinamientos son muchas comunidades divirtiéndose, permitirles que festejen.

– ¿Tiene alguna proyección sobre cuánto tiempo demorará reparar los daños que han provocado todas estas medidas?
– Creo que tomará años más que meses para que esto finalice en su totalidad. Ejemplos históricos de este tipo de estupidez muestran que a nosotros, los humanos, no nos gusta admitir rápidamente lo que fue un error. Lleva mucho tiempo que la mayoría cambie su parecer. No me sorprendería que en algunos países tome 10 o 20 años antes de que realmente admitan que esto fue totalmente estúpido.
No olvidemos que el poder es el poder. Las personas, los gobiernos y los medios pueden presionar para que otras cosas se vuelvan prominentes y para distraernos. Eso sucederá. No quieren ser culpados, así que usarán el poder que tienen ahora para que nos preocupemos por otra cosa. No sé cómo será en Argentina, pero aquí en Gran Bretaña tenemos que empezar a preocuparnos por el cambio climático y la extinción, los plásticos… será una cosa tras otra, cualquier cosa excepto el “¡oh!, la fregamos y no debemos hacer esto de nuevo” porque eso es una verdadera amenaza. Así que se avecinan muchas distracciones.

– En su libro describen además cómo evitar cometer esta estupidez nuevamente.  
– Definitivamente. Hablamos de cómo Suecia ha organizado su sistema de atención sanitaria y explicamos que podemos hacerlo de esa manera. Cuando el sistema de atención sanitaria es una institución independiente puede entonces elegir cómo hacer las cosas. Porque lo que nuestros sistemas de atención de salud tenían planeado sobre cómo actuar en estas pandemias era muy razonable. La ciencia de 30 a 50 años indicaba no hacer confinamientos sino proteger a los que se pudiera, pero no se trastoca a la sociedad porque eso causará mucho más daño. La ciencia y los sistemas de atención sanitaria sabían que no debíamos hacer esto, pero lo hicimos debido al pánico. Podemos reformar la ciencia, los sistemas de atención sanitaria, las normas. También podemos deshacer muchas de las estructuras de los medios y de las estructuras políticas y creo que podemos aprender como humanidad a reconocer antes el pánico. Esta noción de que el gobierno sabe más, y que resolverá todo, ha sido terrible. Necesitamos reaprender a no ser tan crédulos.

Por Agustina Sucri – La Prensa

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