El Centro Nacional Católico de Bioética de Estados Unidos (NCBC), publicó un contundente comunicado el martes 17 de agosto en el que presiona a las autoridades a “adaptar” las restricciones para que las personas que no desean recibir una vacuna contra el virus del Partido Comunista Chino (PCCh) por motivos de conciencia, puedan hacerlo sin sufrir ningún tipo de discriminación.
En su declaración, la NCBC reconoce que “las complejas decisiones de conciencia que las instituciones deben tomar, incluidas las organizaciones católicas de atención médica, no solo por el bien de las personas a las que sirven, sino también por el bien de sus empleados”.
“Respetar los juicios de conciencia y las creencias religiosas de los empleados es algo indispensable”, agregó, y señaló que las políticas de vacunación obligatoria necesitan “adaptaciones adecuadas por razones médicas o religiosas”.
En un comunicado de Twitter el NCBC anunció la publicación de un recurso legal de exención de vacunas para individuos, destinado a personas católicas que luego de evaluar personalmente la situación han optado por rechazar recibir la vacuna contra el virus PCCh.
Tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, hay un porcentaje más que significativo de gente que mantiene cautela a la hora de decidir si colocarse o no una vacuna que no tiene un historial clínico suficiente sobre efectos adversos y además su eficacia no está del todo probada. Justamente por este motivo todas las vacunas contra el COVID se encuentran en fase de experimentación.
El comunicado de prensa de NCBC se publicó apenas unos días después de que el cardenal progresista Blase Cupich de Chicago estuvo ejerciendo fuertes presiones al Centro para que revirtiera su posición sobre la obligatoriedad de las vacunas.
La Agencia Católica de Noticias (CNA) fue quien informó el miércoles que Cupich ha implementado una “tremenda presión” sobre la NCBC para que se retracte de su apoyo a la objeción de conciencia a recibir una vacuna contra el virus PCCh.
A condición de permanecer en el anonimato, un miembro de la junta de NCBC dijo que Cupich se ha “inclinado mucho” por los miembros de la junta, tanto obispos como laicos, para que den su apoyo a la obligatoriedad de la vacuna.
La presión comenzó desde principios de julio, cuando el NCBC declaró que “no respalda la inmunización obligatoria contra COVID-19 [coronavirus chino]”, haciendo referencia a una instrucción de 2020 de la oficina doctrinal del Vaticano (CDF) de que “la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, debe ser voluntaria”.
En el comunicado de prensa, el NCBC señaló también que la Iglesia “ha apoyado durante mucho tiempo la ciencia, la medicina y la investigación biomédica que sirve al bien de las personas humanas”, lo que incluye también el uso de las vacunas, y en la actual situación de salud, “la Iglesia anima a las personas a recibir la vacuna contra COVID-19”.
Pero también agrega que “las vacunas actualmente disponibles en los Estados Unidos tienen una conexión con el aborto mediante el uso de ciertas líneas celulares”, lo que las convierte en algo sumamente polémico para los creyentes devotos que obviamente se manifiestan contra las políticas abortistas.
Por su lado, el Papa Francisco ha pedido a los cristianos que se vacunen contra el coronavirus como un “acto de amor” y un medio para promover el bien común.
La llegada de las vacunas contra el coronavirus es un “mensaje de esperanza para un futuro mejor”, afirmó el Papa en un mensaje de video en español publicado el miércoles.
“La vacunación es una forma simple pero profunda de promover el bien común y cuidarnos unos a otros, especialmente a los más vulnerables”, continuó diciendo Francisco.
Si bien la posición oficial del Vaticano continúa siendo que la colocación de las vacunas sea optativa, esto no quitó que las autoridades de la iglesia, desde el papa hasta importantes obispos, impongan fuerte presión para que la gente reciba la vacuna.
Por Andrés Vacca – BLes.com
FUENTE: TIERRAPURA