Profesoras feministas destapan los inquietantes protocolos trans en los colegios: “Lo peor está por venir”

La ley Trans avalará la actuación a espaldas de los padres, a quienes se amenaza incluso con quitarles la custodia si se oponen al cambio de género.

Entre los aspectos más polémicos de la ley Trans destaca lo relativo al ámbito escolar. Al permitir la autodeterminación de género desde los 12 años, aquellos menores que acudan al Registro tendrán derecho automáticamente a ser tratados conforme a su nueva identidad y a utilizar los espacios propios de la misma (baños, vestuarios, etc.). Pero incluso si no lo hacen, también: “Los niños, niñas y niñes menores de 12 años serán tratados en los centros educativos conforme al nombre elegido“, reza el texto impulsado por la ministra Irene Montero. El problema es que esa decisión no la tomarán los padres, sino los propios menores, a los que la ley respalda para hacerlo incluso a espaldas de sus progenitores.

“Eso es algo que ya está pasando en las comunidades que tienen aprobadas sus propias normativas autonómicas, donde impunemente, en los centros, se cambia el nombre a los niños sin consultar, pero lo peor está por venir, porque se amenaza con quitar la custodia a los padres que se opongan al cambio y la nueva ley propone multas de hasta 150.000 euros si los profesores se atreven a cuestionar mínimamente que el menor sea trans”, advierte Araceli Muñoz, una de las portavoces de Dofemco, Docentes Feministas por la Coeducación.

Lo que ya está pasando en los centros

Ya el año pasado, esta agrupación ofreció una rueda de prensa para informar de “el impacto de las leyes trans en las aulas“, en la que varias profesoras destaparon lo que sucedía en sus propios centros: “No se nos permite hablar con el alumnado al respecto, no se nos permite conocer el contexto de tal decisión o ayudarle a encontrar el origen de su malestar. Es más, en los casos en los que las familias no se muestran conformes con los deseos del menor, desde el centro estamos obligados a abrir protocolos de desprotección”.

“No se nos permite hablar con el alumnado, no se nos permite conocer el contexto o ayudarle a encontrar el origen de su malestar. Es más, en los casos en los que las familias no se muestran conformes, estamos obligados a abrir protocolos de desprotección”.

Las docentes corroboran así la situación denunciada por las madres de Amanda, muchas de las cuales se han enterado de que sus hijas adolescentes llevaban mucho tiempo siendo tratadas en masculino en sus respectivos colegios e institutos al ir a solicitar una tutoría. “Me preguntó si, además de la situación académica, quería abordar la otra situación. ¿Qué situación?, le pregunté yo. ‘Bueno, es que aquí desde que comenzó el curso la tratamos en masculino y la llamamos por el nombre que ella ha elegido’ -le respondió la profesora- ¿Mi hija pide que la traten en masculino y nadie levanta el teléfono para comunicármelo y pedirme permiso? ¡Es menor de edad! ¡Y no saben nada de ella! Ni quién es, ni cómo es, ni qué le ha llevado a esta situación o si tiene un diagnóstico médico”, relataba hace meses a Libertad Digital Natalia, una de las madres de Amanda. El orientador le sacó a relucir la ley Rhodes: “Me dijo que lo que nosotros estábamos haciendo al negarnos a tratarla en masculino era violencia. Imagínate cómo nos quedamos… ¿De verdad creían que la estaba maltratando?”.

Lo que vendrá con la ley Trans

Afortunadamente, Natalia pudo reconducir la situación. Sin embargo, las profesoras que forman parte de Dofemco creen que ahora “la amenaza se cierne sobre todos los centros“: “Un profesor medio no puede hacer frente a una multa de 150.000 euros, aparte de que, si no sigue los protocolos, puede ser expulsado y, además, en principio, sin derecho a juicio, porque hay preparada una figura que es una especie de comisario que tendrá por misión establecer si uno es culpable o no. Es algo inaudito”, denuncia.

“Un profesor medio no puede hacer frente a una multa de 150.000 euros, aparte de que puede ser expulsado y, además, en principio, sin derecho a juicio. Es algo inaudito”.

Hasta ahora, lo único que recibían los docentes eran advertencias verbales. Las sanciones eran extraoficiales y se limitaban al ámbito universitario, donde según Araceli Muñoz, “la libertad está totalmente coartada“. Como muestra, alega las cancelaciones que han sufrido “profesoras como Juana Gallego o Silvia Carrasco, porque sus alumnos dicen que son tránsfobas, y no por lo que dicen en clase, sino por los artículos que han escrito sobre este tema”.

Tras la aprobación de la ley Trans, los profesores quedarán totalmente sometidos a una ideología que, como recalca la portavoz de Dofemco, “es totalmente acientífica” y está basada en esos “estereotipos sexistas” que teóricamente este mismo Gobierno pretendía combatir. Así, Muñoz denuncia que se pretenda convertir a los docentes en “una especie de policías del género“, de tal forma que “si un niño presenta algún rasgo de esos que se consideran súper femeninos, como pintarse las uñas, o alguna niña presenta rasgos masculinos, hay que empujarle a la conversión“.

Talleres a cargo de activistas

En este sentido, Docentes Feministas por la Coeducación denuncia, además, que quienes formarán tanto a los profesores como a los alumnos -a través de talleres- serán precisamente los transactivistas más radicales y otros representantes de la ideología queer, algo que ya está sucediendo en muchas comunidades: “El bombardeo es terrible. Están entrando hasta en las escuelas infantiles, porque saben que cuando se está formando la plasticidad del cerebro los niños son como esponjas, y lo peor es que a estas personas, que van más allá de la ciencia y de la razón, se las paga con dinero público”.

“El bombardeo es terrible. Están entrando hasta en las escuelas infantiles, porque saben los niños son como esponjas y lo peor es que a estas personas, que van más allá de la ciencia y de la razón, se las paga con dinero público”.

En el caso de los niños, aunque a veces son talleres abiertamente trans, la mayor parte de las veces se enmascaran en charlas de educación afectivo-sexual. Sin embargo, tal y como ya denunciaba en la rueda de prensa del año pasado una profesora de la Comunidad Valenciana, “no se incluye apenas nada sobre salud sexual ni se les habla de procesos biológicos como la menstruación”, sino que se les adoctrina contra el binarismo y con que cada uno puede elegir el sexo al que pertenece.

La propaganda cumple su función: “En mi centro, hemos pasado de 0 a 6 trans en los últimos cuatro años, coincidiendo precisamente con la entrada de este tipo de talleres”, alertaba la docente. Un “incremento bestial” de casos, en palabras del psiquiatra Celso Arango, del que también han advertido las madre de Amanda: hasta cuatro adolescentes que dicen ser trans en una misma clase, algo que rompe con todas las estadísticas.

La formación del profesorado

En cuanto a los talleres para profesores, éstos reciben instrucciones precisas: “Postergar al máximo la reunión con la familia” en caso de que un niño solicite que se le trate conforme a un género diferente al que le es propio, “evitar los términos hombre y mujer cuando fueran asociados al cuerpo humano” y “que, cuando en la asignatura de Biología fuera el momento de hablar del aparato reproductor humano, no se hablara de pene como órgano sexual del hombre de vulva como órgano sexual de la mujer”.

“Solo se permite la formación del profesorado para afirmarles y a cargo de las entidades transactivistas que la propia ley recomienda”.

Esta docente valenciana no concibe la propaganda que niños y profesores están recibiendo. “Solo se permite la formación del profesorado para afirmarles y a cargo de las entidades transactivistas que la propia ley recomienda. ¿Cómo puede ser que el claustro no pueda solicitar información al respecto en su propio centro educativo y solo deba recibir información exclusivamente de estas entidades?”

Lo que temen es que todas estas situaciones se agraven con la ley Trans, una ley que no se esperaban por parte de un Gobierno liderado por el PSOE. “El socialismo nos ha vendido totalmente“, lamenta la portavoz de Dofemco, ya no sólo como profesora, sino como feminista. “¿Y la ministra de igualdad?”, le preguntamos. Su respuesta no deja lugar a dudas: “Si no sabe ni lo que es ser mujer, como ella misma reconoció, ¿cómo va a saber lo que es el feminismo?”.

TP

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