XX y XY son un matrimonio chileno que acaba de regresar a su país. Un PCR negativo en el aeropuerto de salida y otro PCR negativo en el aeropuerto de llegada no les ha valido de nada. El último capricho de los políticos chilenos ha sido ordenar que todos los no-inoculados pasen diez días aislados, encerrados en una minúscula habitación de un hotel reacondicionado, en el que han bloqueado las ventanas para que los “clientes” no las puedan abrir. A XX y XY los han obligado a separarse porque ella no está inoculada.
El papel higiénico y la comida, siempre fría, se la entregan a través de una trampilla. No puede hacer ninguna reclamación (El cliente ya hace tiempo que no tiene la razón) y ha tenido que pagar “el hospedaje” por adelantado. Mientras, en España, los “candidatos a líderes negacionistas” se pelean entre ellos: Que si grafeno, que si proteína spike, que si hostias en vinagre. Tan ensimismados están, elucubrando sobre la posibilidad de un futuro distópico, que no se dan cuenta de que es presente.
Los políticos provocaron la ruina de la hostelería (Entre otras muchas ruinas). Ahora hay un montón de hoteles en venta que ellos mismos (o sus testaferros) están comprando a precio de ganga. Su idea es reacondicionarlos, cerrando ventanas y abriendo trampillas, pero conservando los rótulos de la entrada. El Hotel “Las Delicias” seguirá llamándose igual, aunque la estancia no resulte deliciosa. El Hotel “Las Brisas”, seguirá llamándose igual, aunque no puedas sentirla en la cara. Mientras eso ocurre, los “candidatos a líderes negacionistas” vigilan las obras, como antaño hacían los jubilados, esperando detectar nuevas construcciones que encajen en su concepto de “campo de concentración”.
Pero, ¿qué necesidad hay de tratar de esa manera a los que se niegan a ser inoculados? ¿No dicen los políticos que son, como mucho, el 10% de la población? Si es así, los que sí quieren suman el 90% ¿No dicen los mismos políticos que solo hace falta inocular al 70% para alcanzar la “inmunidad de rebaño”?
Si les hacía falta un 70 y tienen un 90, ¿qué más quieren? Lograda la inmunidad grupal, ¿qué daño pueden hacer unos pocos individuos? Entonces, ¿por qué no les dejan en paz? ¿No nos han hecho creer, también los políticos, que no vacunarse es la muerte? Pues dejemos que los no vacunados mueran, y punto. ¿No se ha aprobado la eutanasia? Pues consideremos que cada individuo que no quiere ser inoculado ha decidido “eutanasiarse”. Pero, ¿y si ese 10%, en el futuro, siguiera gozando de buena salud, mientras van cayendo los inoculados a su alrededor? Eso daría, sin duda, muy mala prensa a los políticos y a los médicos y a los farmacéuticos (y a las farmacéuticas).
En resumen: Dejar tranquilos a los no-vacunados, no preocuparse por ellos, sería la mejor prueba de que los políticos dicen la verdad, en el tema éste de las vacunas. Meterse con ellos, por contra ¿No prueba lo contrario? Para mí no hace falta más. Llamadme simple si queréis y seguid hablando de quimeras, seguid insultándoos entre vosotros, “señores candidatos a líderes negacionistas”, seguid dividiendo, mientras los políticos os aplauden. Con tanto ego desatado, ¿qué falta hace una disidencia controlada? Igual si os alojan unos días en uno de esos hoteles reacondicionados, encontráis tiempo para reflexionar un poco.
fuente: EL DIIESTRO