En una serie de movimientos que han generado controversia y debate público, Brasil parece haber abrazado plenamente la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, a pesar de no haberse adherido formalmente. El presidente Lula da Silva, durante su reunión con Xi Jinping en Beijing en abril, firmó 15 acuerdos de cooperación, marcando un cambio en las relaciones entre ambos países. Aunque la adhesión formal a la BRI fue minimizada públicamente, diversos acontecimientos recientes sugieren un alineamiento más profundo con la estrategia china.
Uno de los desarrollos más significativos fue la subasta histórica de las redes de transmisión eléctrica de Brasil, donde la empresa estatal china State Grid ganó con una inversión total de 21.700 millones de reales. Este gigante energético chino, que ya controla una parte sustancial de la infraestructura eléctrica brasileña, construirá 1.468 kilómetros de líneas en los estados norteños de Maranhão, Tocantins y Goiás. La transparencia de la licitación fue cuestionada, con acusaciones de favoritismo hacia State Grid, ya que las bases de la licitación estaban diseñadas para beneficiar a los proveedores chinos, según se lee en Infobae.
State Grid, que ha estado presente en el mercado energético brasileño desde 2010, ha adquirido plantas de transmisión, activos de empresas españolas y brasileñas, y ha ganado proyectos importantes, consolidándose como una figura clave en la infraestructura eléctrica del país. Su participación en la última subasta refuerza la percepción de que estas adquisiciones son parte integral de la BRI.
Otro proyecto que ha suscitado inquietudes es el anunciado por la empresa china Brasil CRT, que planea construir un megapuerto y una ciudad futurista de tres millones de habitantes en Mataraca, Paraíba. La inversión anunciada asciende a aproximadamente 9 billones de reales, una cifra considerablemente alta para la región. Las declaraciones de los representantes chinos durante la presentación sugirieron la alineación del proyecto con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, a pesar de la negativa oficial del Gobierno brasileño a haberse adherido a dicha iniciativa.
Además, la reciente reunión entre empresarios y representantes del gobierno chino con el ministro de Agricultura de Brasil, Carlos Fávaro, indica un posible acuerdo en el que China invertiría en la recuperación de suelos brasileños degradados a cambio de garantías de exclusividad en la exportación de productos agrícolas a China. Este acuerdo, en proceso de discusión, podría generar dependencia y control chino sobre una parte significativa de la producción agrícola brasileña.
La competencia china, caracterizada por bajos costos laborales, está erosionando sectores clave de la economía brasileña, como el siderúrgico y automotriz. Empresas como Aperam y Usiminas han enfrentado dificultades debido a la importación masiva de acero chino, y la expansión de empresas chinas de automóviles eléctricos ha generado preocupaciones en el sector automotriz brasileño.
La reapertura de la filial Petrobras China y la primera operación de swap en yuanes entre el Banco de China Brasil y el Banco do Brasil también indican una mayor integración económica entre ambos países, desafiando la tradicional dependencia del dólar.